14.10.08

De manos atadas





Pedro, el pescador apadrinado






























Nuetros apadrinados, delante de sus casas


Mientras íbamos haciendo las visitas, otras personas nos pedían para visitar sus casas, para ver sus condiciones y sus enfermos nos pedían ayuda. Nos desesperábamos. Terminábamos el día echas polvo pensando que todo nuestro esfuerzo parecía inútil. Que estábamos ayudando a 25 niños pero había otros 2500 en situaciones aún más complicadas que los nuestros, los privilegiados. Por otro lado, Lina y Joana, daban clases de higiene y salud. Yo, Catarina y Esther, en el terreno, nos preguntábamos: “Como puede esta gente tener hábitos de higiene y salud? Viviendo en el medio de la suciedad? Como?” nos parecía imposible poner en práctica las cosas que puedan aprender. Y repito: “en la medida del posible, esta gente vive con muchísima dignidad!”
Durante casi toda mi estancia en Tombwa me sentí de manos atadas. Nuestro trabajo parecía inútil. Nos preguntábamos por donde se podría empezar algo que fuera más efectivo… no encontrábamos solución. Lo más urgente nos parecía ser dar a todos una residencia digna. Pero una obra así no parece ser el trabajo para una ONG, con pocos medios… tiene que ser algo a nivel político.
efectivo… no encontrábamos solución. Lo más urgente nos parecía ser dar a todos una residencia digna. Pero una obra así no parece ser el trabajo para una ONG, con pocos medios… tiene que ser algo a nivel político.


No hay comentarios: